¿Qué me motiva? La libertad.

Siempre que hablo con gente sobre el software libre surgen las dudas y esas caras de escepticismo, o casi más bien del pánico escénico de quien no se ha preparado su papel y sale ante el público. ¿Qué le estamos diciendo a la gente? ¿Qué no se puede trabajar con otros programas y que por eso se encarece el trabajo? 

La libertad informática.

Cuánto autoengaño barato, si no podemos hacer nuestro trabajo con los programas libres es porque no sabemos hacerlo, así de sencillo. No me imagino a la gente de los años 30 diseñando con los programas de Adobe, en aquellos tiempos todo era manual, y había que ingeniárselas para hacer buenos dibujos, con técnicas tradicionales, ahora que tenemos programas que automatizan todo todavía nos atrevemos a quejarnos de que falta una funcionalidad por aquí o por allá, al final me pregunto cuál será la función del diseñador gráfico, ¿apenas un consultor estético o algo parecido?


Nosotros creamos cosas, y somos como los ingenieros de la NASA cuando dirigen la operación desde Houston, diseñamos todo para que funcione al milímetro, y no buscamos soluciones a medias, buscamos que las cosas funcionen, sean comunicativas (uno de los principios para que funcionen) y que sean hermosas para que el vehículo vaya fluido.



¿Qué problema hay pues con el software libre? Un amigo me comentaba que usar programas opensource está muy bien pero que la gente no puede migrar a Linux ahora de repente, y en eso estoy de acuerdo pero debemos dar gracias a los maravillosos programadores que han dedicado su esfuerzo en portarnos la mayoría de los programas a otras plataformas, como Windows o OSX. El verdadero problema reside en nuestro interior, por un lado tenemos miedo a no realizar un trabajo de calidad porque estamos tan acostumbrados al "círculo de confort" que los programas de Adobe nos había proporcionado que al salir nos sentimos huérfanos, pero la realidad es que el miedo es solo una máscara que llevamos puesta para tapar la pereza.

Sí, somos perezosos, hay que hacer un esfuerzo considerable para volver a aprender a hacerlo todo con otros programas, establecer una rutina de atajos con los dedos, de gestos con el ratón, etc. ¿Decimos entonces al cliente que pague más porque tenemos miedo a no saber hacer nuestro trabajo, o porque no nos apetece aprender más cosas? No imagino al taxista negándose a realizar un trayecto por no disponer de su propio coche o porque le da pereza aprender a usar el que le dejaron que pongamos al caso fuera eléctrico.

No soy ningún dios, ni superhombre, yo también sufro al usar los programas de código libre, porque por un lado la disposición de los menús es totalmente novedosa, segundo porque la costumbre es una tentación muy dura, tercero porque es verdad, sí, a veces faltan cosas, pero nunca falta nada imprescindible, en última instancia es cuestión de unos pocos clics a mayores, el tiempo que supuestamente ahorramos y por el que hacemos más rentable el trabajo solo se convierte a la larga en una dependencia de ciertas empresas.


Me motiva para realizar todo este esfuerzo la libertad, sí con esa palabra, libertad de no depender de licencias, de no depender de que la aplicación cambie de un año para otro, de no poner mi bolsillo al servicio de una herramienta que debería generarme ingresos en vez de absorbérmelos.

No quiero terminar sin motivar a la gente a atreverse a probar linux, hay imágenes USB que te permiten probar las distribuciones de linux sin cambiar nada en tu ordenador, así que sin miedo, vivamos la vida como niños, con pasión por lo nuevo, con ganas de aprender y miedo solo al castigo, y hoy solo castiga la sociedad que es plenamente consciente de nuestras precariedades.




Espero que mi discurso inspire y sirva de refuerzo de una idea clara: "Hay alternativa libre y barata."